¿Cuanto es mucho?

Los padres de familia, especialmente de adolescentes, hacen este cuestionamiento: “si hoy los chicos se desenvuelven en un mundo con características tan distintas a las que nos tocaron a nosotros, ¿cómo podemos saber cual es el justo medio de lo que podemos permitir?” Ser papá de un adolescente hoy en día es un asunto especialmente complejo.

Lo primero que me gustaría acotar, es que a diferencia de lo que pudo ser la adolescencia de nosotros, hoy en día lo “normal” y lo “común” no son sinónimos. No es normal que un chico tenga acceso al alcohol antes de los 15 años, pero si es común. No es normal que un adolescente tenga acceso a permisos nocturnos alrededor de los 13 años, pero si es común… así podriamos seguir con una serie de ejemplos.

¿A qué me refiero con “normal”? Lo normal es algo que se ajusta a una norma, algo que sirve de referencia con bases estandarizadas, y en este caso, una referencia estandarizada para hablar de adolescentes puede ser la condición fisiológica en la que se encuentra el organismo de una persona entre los 12 y los 18 años (adolescencia). En el cuerpo hay una sobreproducción hormonal que desequilibra muchas de las funciones fisiológicas, principalmente y para fines del tema que estamos tocando, distorsiona la percepción del chico de su capacidad para enfrentar al riesgo, los vuelve opniponentes. Por si esto fuera poco, la fisiología del desarrollo neuronal se encuentra en proceso y por lo tanto “sobrereacciona” al efecto del alcohol y las drogas, así como de la adrenalina que se produce en el cerebro de manera natural ante eventos excitantes.

No es un acto de arbitrariedad cuidar a los adolescentes de la exposición a situaciones de este tipo; tiene una base importante en el conocimiento de las características de la etapa por la que están pasando y como los padres de familia no tienen la obligación de ser todólogos, solo han venido heredando como si fueran dogmas de fe, ideas y temores al respecto del cuidado que hay que tener al facilitarle a los chavos experiencias para las que no están preparados. Otros en cambio, en su intento por ser papá “buena onda” consideran que estos temores son “antiguos”, “fuera de época” y que por lo tanto ya caducaron, y aunque con buenas intenciones, permiten a sus hijos se expongan prematuramente a situaciones que los ponen en riesgo constante.

¿Cuál puede ser un buen equilibrio? ¿Cómo darle al chico las experiencias que le permitan formar parte del mundo al que pertenece y por otro lado cuidarlo y protegerlo? Hoy en dia, más que un asunto de respuestas polarizadas: “si” o “no”, se trata de un asunto de “dósis”. Busca controlar la frecuencia y la cantidad de tiempo a la que se expone a los estímulos para que puedas ayudarle a funcionar en el mundo de hoy, pero sin que él tenga que ser el precio a pagar.