A lo largo del proceso educativo se llevan a cabo tres cortes de cordón umbilical. Cada corte, el primero (literalmente) y los otros dos (simbólicamente, pero no por eso menos importantes) marcan el inicio de una etapa en la que la persona comienza un aprendizaje específico con el consecuente desarrollo de habilidades que se requiere para lograr independencia de la habilidad primordial del momento de vida.

La primera y que resulta evidente para todos, es el corte en el momento de nacimiento y que da lugar al inicio de la independencia fisica del ser humano. No es necesario entrar en detalles ya que la experiencia nos permite saber que el niño inicia siendo vulnerable y dependiente y con el paso del tiempo va desarrollando las habilidades con las que nace gracias al proceso neurológico correspondiente y la estimulación externa. Poco a poco el niño va logrando hacerse cargo de si mismo en lo que al movimiento corporal corresponde. Sabemos bien que esa evolución se logra gracias al desarrollo motriz y de lenguaje escencialmente.

Viene entonces el segundo momento de corte de la dependencia y es la que corresponde al área emocional; ésta se genera a partir del inicio del proceso adolescente. Los chicos van a buscar fracturar la dependencia y apego que tenían frente a las figuras paternas. Aparecen actitudes de rebeldía, oposicionismo y una recomposición de la propia identidad con mayores niveles de consciencia y torpeza simultaneamente. Se busca sustituir a los papás y maestros por el propio proyecto de vida. En este proceso tanto los padres como los chicos tiene que llevar a cabo su tarea: los chicos, soltarse y los padres, permitirla. Los primeros dando pelea y los segundos aprendiendo a ser estrategas y desarrollando y ejercitando la templanza.
Alrededor de los 21 años el joven y sus padres tienen que aprender a romper el tercero y último momento de rompimiento de cordón umbilical y de independencia. Esta vez en el área de la economía. A partir de este momento el acento tiene que empezar a estar en el trabajo por concretar lo que hasta este momento había sido la etapa de inversión para empezar a ejercer la función productiva que todo ser humano requiere desarrollar, y de la que se deriva el ingreso económico que se requiere para lograr la autosuficiencia en la última de las áreas en las que es posible alcanzarla. Los chicos, aunque vivan en la casa de sus padres deben de, paulatinamente, ir asumiendo sus propios gastos, de tal manera que la salida de la casa de los padres se logre dando un siguiente paso y no un lanzamiento al abismo.

Sin duda el aprendizaje de las diferentes etapas no se dan solamente en las edades descritas. El niño empieza a tener experiencias que le enseñan el manejo del dinero; el adolescente sigue aprendiendo y desarrollando habilidades motoras; el joven sigue requiriendo que los padres aporten dinero para facilitar su forma de vida. Las diferentes etapas se traslapan en algunos momentos de la vida y no terminan y empiezan de formas abruptas, sin embargo hay un acento o prioridad de cada una de estas áreas en las diferentes etapas y tenerlas en cuenta nos ayudan a ir modificando nuestras posturas ayudando así a favorecer el crecimiento y madurez de nuestros hijos.

No podemos negar que hay circunstancias que en muchas ocasiones alteran el proceso ideal del orden planteado y cuando esto se da hay que asumirlo y manejarlo correctamente, ya que de ser así aunque no sea lo deseado se logre aportar madurez dado lo inevitable de la situación. Particularmente, las circunstancias en muchas ocasiones obligan a los chicos a tener que abandonar la formación académica deseable para un mejor desarrollo productivo y necesitan abandonar los estudios empezando a generar recursos económicos o idealmente a trabajar acompañando la vida estudiantil.

Lo ideal es que dadas las circunstancias que nos toque vivir, logremos adaptarnos de la manera más saludable posible y sin duda facilitar estos procesos requiere de unas figuras paternas con los pies bien puestos en la realidad.